La presencia de Bad Bunny en Puerto Rico no solo enciende los escenarios, sino también la economía local. Su residencia y los eventos que genera han impulsado una ola de emprendimientos en sectores creativos, turísticos y gastronómicos. Desde food trucks hasta marcas de ropa urbana, muchos negocios están naciendo o expandiéndose gracias al auge cultural que rodea al artista.